miércoles, 21 de julio de 2010

Lo que dejó la ola II

Uno de los medios más comunes que tienen los músicos para sentir que hacen cosas concretas cuando ocurren desgracias, es hacer versiones de temas con letras esperanzadoras y cantadas por muchos artistas, generalmente en boga, que con una línea en su estilo suman su voz al final en un gran coro esperanzador y que nos incita a involucrarnos emocionalmente con la causa que motivó el tema. Este parámetro fue tal vez instituido por la ya clásica "We are the world", que era parte de la campaña USA for Africa.

En nuestro caso, con el terremoto y maremoto surgieron dos canciones con distinta suerte. Cada una intentó llenarnos a los chilenos de esperanza y de mostrar al resto del mundo nuestra desgracia para poder ayudarnos. Como intención explícita no hay nada que reprocharle a las dos, pero ahora las veremos como canciones sin más y cómo se diferencian diametralmente.

1. Alberto Plaza revivió su "Que cante la vida", canción que se hizo clásica en Chile en los años '80 y que ahora vuelve remozada gracias a la participación de 25 artistas, a la manera de "We are the world". Si bien la canción de por sí es melosa y se mueve en un filo muy tenue entre la alegría y el hastío, de todos modos, la echan a perder. La cantidad de artistas hace que cada uno "aporte" con sólo unas cuántas palabras e insertando cada estilo personal como un fórceps, haciendo del tema un Frankestein que sólo tienen en común consigo mismo la letra. Aunque con buenas intenciones, la canción como tal, sólo quedará como testimonio a lo mucho de la buena fe.



2. Beto Cuevas, ex La Ley, quiso hacer lo suyo con una versión de "Gracias a la vida" de Violeta Parra. Conciente de los problemas que surgen cuando muchas personalidades intervienen en una sola canción, buscó gente interesada en ayudar, pero con un ojo en la unidad estética del tema. El resultado es un tema emotivo que se sostiene por sí mismo y no una vitrina en que algunos aprovechan de mostrarse. Gran aporte.

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