martes, 21 de julio de 2009

Michael Jackson obitus es

Michael Jackson ha muerto. Estas serán tal vez unas cuántas líneas más dentro de un océano que ya se ha escrito al respecto las últimas semanas. Sin embargo, no se puede dejar pasar la oportunidad de decir algo sobre lo que significó su vida y su muerte en el público. Una figura llena de bemoles y que no deja a nadie indiferente. Han abundado los panegíricos y las beatificaciones. La apoteósis siempre oculta al hombre. Démosle un espacio a este último.

Digamos que él era una estrella. El gran problema de las estrellas es que parece que están lejos. Algunos dicen vivir bajo su influencia. Parte de nuestra vida toma ciertos rumbos debido a su regencia. A veces hay constelaciones. Otras brillan solas. Sin embargo, pese a cómo las veamos, son sólo luces, y el creer en otra cosa, sólo los mantiene en el más remoto vacío.

Michael Jackson sobresalió desde pequeño como parte de la banda de hermos Jackson 5. Probablemente sin él, hubieran sido sólo otra banda de hermanos más, como muchas que pulularon entre los 60's y 70's.

Con una voz y simpatía descollantes, opacó a sus hermanos y encantó a la audiencia, pero el problema es que él también cayó en ese encanto. Encantamiento y víctima al mismo tiempo, creyó que la imagen que irradiaba era en realidad lo que era.

Perfeccionista hasta la obsesión, estuvo preso de la imagen de ser Michael Jackson, y las debilidades de ser humano, el resto de la humanidad o se las perdonaría o se las justificaría. Porque ese es un elemento no menor en él. Las acusaciones de pedofilia fueron un antes y un después en su carrera. Nunca más pudo hablarse de él sin ese incidente.

Su muerte reabrió el debate. La mayoría de los medios destacó su rol de ícono, pero ante las canciones y el baile, el resto fue silencio. Y cuando alguien se atrevió a enjuiciarlo y no sólo criticarlo, las más absurdas razones fueron expuestas.

Lo que ocurre es que las estrellas están más allá de nosotros. Y otras reglas parece que las rigen. ¿Pero es tan así? Creo que ante las estrellas como Michael Jackson, en donde hay tanta polémica por su vida privada se dan dos actitudes:

1) Se separa la esfera privada de la artística.
2) Se mantiene la imagen del artista como persona y tanto lo privado como lo público están relacionados.

En el primer caso, se dijo que ante lo que dejó como artista, lo que haya pasado con los niños abusados es secundario. Se privilegió aquí el hombre público y se deja al privado como algo extraño, apartado. Sin relación con el artista.

Pero cómo explicar entonces canciones como "Morphine", en donde alude directamente al consumo del Demerol. Si ponen atención a la letra, verán que está presente no sólo como mención, sino como el conflicto de un adicto. También tenemos a la más conocida "Scream", donde se queja ácidamente de los medios, o el cortometraje "Ghost", que es una verdadera respuesta en clave alegórica sobre las críticas que se le hacían respecto a su modo de vida y su cercanía con los niños.

Sin el hombre, el artista no existiría, al menos que fuera sólo un receptáculo y repetidor del trabajo de otros.

En en el segundo caso, que parece ser más integral, o se ha condenado toda su producción artística por su supuesta pedofilia, menoscabándoselo como artista, o, por el contrario y lo que es más peligroso, se le ha disculpado todo lo malo que pudiera haber hecho por ser un gran artista.

Lo que ocurre es que se tiene, en ambos casos, la impresión de que el artista y/o el hombre "deben" ser de una determinada manera. Si es un gran artista debe ser un gran hombre. Si no se cumplen las expectativas, o se es un pésimo artista o sencillamente se le santifica pese a todo.

Nadie puede negar que era un tremendo artista. Cantó muchas canciones memorables para la cultura popular y bailó como quizás nunca se vio en un artista pop antes que él. Fundió en él un ícono que llenó la vida de muchos. Sin embargo, no se puede santificar a alguien por ello. Toda la imaginería mediática nos ha puesto a un santurrón, ingenuo, muy sensible que no supo vivir por ser muy puro para este mundo. Aceptar eso es hacerse cómplice de los medios. Es creer que él era una imagen sin persona. Es hacerlo desaparecer y olvidar que a su paso quedaron heridos. Que detrás de su locura, tal vez muchos lloraron.

No se le probó nada, porque tenía dinero para llegar a acuerdos extrajudiciales. Tal vez era inocente. Pero lo que queda de todo ello, es que existe el peligro de perdonarlo todo. De creer que por la habilidad técnica está todo permitido. Que la excepción da permiso para pasar por sobre todos. Y pese a que aprendí muchos de sus pasos y canté muchas de sus canciones, eso, no quiero que vuelva a pasar.

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